lunes, 20 de julio de 2009

PLEGARIA DEL ARBOL.

Tú que pasas y levantas.
Contra mi tu brazo.
Que inconsciente me zarandeas.
Antes de hacerme daño.
Mírame bien.

Yo soy el armazón de tu cuna.
La madera de tu barca.
La tabla de tu mesa.
La puerta de tu casa.
La viga que sostiene tu techo.
La cama en que descansas.

Yo soy el mango de tu herramienta.
El bastón de tu vejez.
El mástil de sus ilusiones y esperanzas.

Yo soy el fruto que te nutre.
Y calma tu sed.

La sombra bienhechora que te cobija.
Contra los ardores del sol.
El refugio bondadoso de los pájaros.
Que alegran con su canto sus horas.
Y que limpian tus campos de insectos.

Yo soy la hermosura del paisaje.
El encanto de tu huerta.
La señal de la montaña.
El lindero del camino.

Yo soy el calor de tu hogar.
En las noches largas y frías de invierno.

El perfume que embalsama a todas horas.
El aire que respiramos.

El oxigeno que vivifica tu sangre.
La salud de tu cuerpo.
Y la alegría de tu alma.
Y hasta el fin.
Yo soy el ataúd
Que te acompañara al seno de la tierra.

Por todo eso.
Tú que me miras.
Tú que me plantaste por tu mano.
Tú que me distes el ser y.

Puedes llamarme hijo.
Óyeme bien
Mírame bien.
¡No me hagas daño!.

articulo realizado por Jacinto Alamillo Sorroche.

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